Punto y seguido pero, aparte/Punto y aparte pero, sigo.

Punto y seguido pero

aparte… 

está concebida como un estado de pausa que ayuda a respirar. Motivado en respuesta a la perdida de mi madre, el proyecto indaga en la relación entre la presencia y la ausencia, la muerte como tabú, y en los recuerdos vinculados al álbum familiar. 

La ausencia tangible se enlaza a una nueva huella: la de la memoria del ser amado y el recuerdo a través de los objetos heredados y las fotografías familiares. No se trata de cualquier muerte. Con la pérdida de la madre se percibe un desarraigo, una orfandad. Encuentro que para sentir ausencia, se requiere antes una presencia. Ella no está, pero más importante es que estuvo.

La identificación con mi madre—“madre espejo” omnipresente—atraviesa todo el proceso mientras escudriño en su álbum familiar que poco a poco se convierte en el mío. Su recuerdo se encuentra ahí, en los re-encuadres de sus manos y su mirada.

Trabajo mas allá del marco de la fotografía para encontrar a mi madre y para encontrarme. Reducir el encuadre de una imagen, lejos de quitarle información, la expande; le otorga otra posibilidad. Me encuentro nuevamente con su mano sobre mi hombro en los espacios vacíos, las texturas y los paisajes que alguna vez contuvieron nuestra presencia—los nacimientos, cumpleaños, celebraciones religiosas, vacaciones, y graduaciones albergadas en el álbum familiar. 

Fragmento por un lado los gestos y las miradas de las fotografías donde ella se encuentra y por el otro, los las texturas, los objetos y los paisajes de esas mismas tomas que hoy connotan su ausencia. 

Desarmo su álbum familiar y lo re-construyo. Indagar en estas imágenes termina siendo un intento emancipador de la muerte y la ausencia. 

La finitud inexorable nos obliga a reflexionar, porque, en definitiva, hablar de la muerte y de la ausencia, supone también hablar de la vida y la presencia. Con la fotografía familiar pareciera que el pasado es percibido como algo fijo. Sin embargo descubro que, al observarlo y al compartirlo, se convierte en un ritual que se renueva y se resignifica ante la mirada y el contexto. Un ritual que, según comenta Érika Goyarrola, dota de afecto las imágenes desenterradas, y hace florecer diferentes emociones según quien las observa y según el momento en el que son observadas”. 

Es un punto y aparte, 

pero sigo. 

Lali Varveri,  2022.

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